por Eduard Punset
Fue el descubrimiento más desconcertante hecho jamás; pieza clave de la llamada ‘revolución científica’ en pleno Renacimiento. El astrónomo prusiano Nicolás Copérnico acababa de demostrar en 1543 que, lejos de ser la Tierra –nuestro planeta– el centro inamovible del universo, como se había creído siempre, ésta se movía alrededor del Sol.
No se podía saber con certeza ni siquiera dónde estábamos. Literalmente, de ser el centro del universo habíamos pasado a ser el centro de nada. De repente, nadie sabía en qué sitio estaba cada uno. Los humanos, desde luego, se quedaron sin morada cierta. Es más, muchos científicos están convencidos ahora de que existen no uno, sino varios universos.
¿Cuál será la próxima gran revolución que nos va a desconcertar a todos, el descubrimiento científico que nos dejará sin palabra de la misma manera que Copérnico nos dejó sin un lugar seguro? Dentro de unos años, será mayor aún el estupor originado por el desdén sistemático –a lo largo de la Historia– hacia las emociones básicas y universales con las que los recién nacidos vienen al mundo. Si afloraban, las emociones había que aparcarlas o destruirlas; en ningún caso profundizar en su conocimiento y, mucho menos, gestionarlas.

¿Podemos gestionar las emociones? (fuente : www.animesuki.com)