
MUJERES QUE CUENTAN
Antonio Monterroso
El libro que tienes en tus manos no es sino el fruto primero, el primer manojo de flores de una primavera cultural que el Grupo de Desarrollo Rural del Valle del Alto Guadiato ha tenido la feliz idea de alumbrar en este rincón de Andalucía, considerado tantas veces por unos y otros como dejada de la mano de Dios y de los hombres.
Son los primeros balbuceos literarios de un grupo de mujeres que se han enfrentado a la página en blanco sin otra preceptiva que las ganas de contar. Con más miedo que vergüenza, con valentía en algún que otro caso, han decidido, salvando las evidentes distancias, colocarse en primera línea, emulando a aquellas literatas inglesas del s.XIX con que nos ilustró el profesor Bernd Dietz en una conferencia inolvidable enmarcada en este mismo proyecto.
Que la mujer de nuestro tiempo tiene mucho que decir es una realidad ya afortunadamente visible en nuestra sociedad. Lo que estas mujeres del Alto Guadiato manifiestan es que les ha llegado también la hora de contar, que no es lo mismo.
Contar no cómo lo hacía Sherezade, aquella famosa esposa del sultán Schariar , sin descanso, durante mil y una noches, acuciada por la apremiante necesidad de evitar la muerte segura a la que su marido condenaba a todas sus mujeres, despechado por la infidelidad de una de ellas. Contar, pues, no como un trabajo, uno más, para salvar la vida, sino contar por puro gusto, para ser más persona, más completa como ser humano.
Hay que decir que algunos textos son obras de ejecución verdaderamente coral, donde la voz narrativa es eso, pura voz iletrada, música del alma a la que manos amigas han de ponerle la letra. Otros son producto de una rara fuerza creativa que impresionan por su capacidad de emocionar. Literatura pura que ya quisieran para sí muchos autores consagrados.
Me atrevo a decir que entre los relatos presentes en este libro hay piezas que rebasarían con creces el listón de la crítica literaria más exigente. Tal es el caso de La vida de Claudia que tuvimos la dicha de leer en las II Jornadas Iberoamericanas de Lectura y Escritura, celebradas en Madrid en Abril de 2008, que arrancó las lágrimas de un público formado en su mayoría por profesores universitarios de varios países hispanoamericanos. El director de las bibliotecas de la Comunidad de Valencia al que precedíamos en el estrado, acostumbrado a presentar a las plumas más laureadas del panorama literario español, nos confesó: después de la atmósfera mágica que aquí se ha producido con ese relato, qué de interés voy a decir yo a continuación…
¿Cuál es la magia que encierran algunos de estos relatos? Que son secretos del corazón, agua fresca que brota del pozo inagotable del sentimiento de unas mujeres que han decidido poner en marcha la noria y a través de los canjilones de su memoria sacar a la luz una sabiduría antigua que nunca perece porque tiene el valor esencial de lo auténtico.
Y ¿con qué mimbres se arman estos relatos? Con los que decía Oscar Wilde: “No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo” Y las mujeres del Alto Guadiato, como las de tantas otras geografías, tienen mucho que decir. Seguramente, lo que han callado durante demasiado tiempo.
Por todo ello, quiero pensar que esto no es nada más que el comienzo, el balbuceo inicial, repito, de una energía creadora que ha de convertirse en una obra polifónica que dé forma armónica a los ecos que en su corazón albergan.
Hay un proverbio de H.D. Thoreau que dice: “Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir” Estas mujeres llevan mucho tiempo de pie, en el hogar y en el tajo. Por tanto, tienen mucho que contar. Y quieren, a través de la literatura, que contemos con ellas.
El libro que tienes en tus manos no es sino el fruto primero, el primer manojo de flores de una primavera cultural que el Grupo de Desarrollo Rural del Valle del Alto Guadiato ha tenido la feliz idea de alumbrar en este rincón de Andalucía, considerado tantas veces por unos y otros como dejada de la mano de Dios y de los hombres.
Son los primeros balbuceos literarios de un grupo de mujeres que se han enfrentado a la página en blanco sin otra preceptiva que las ganas de contar. Con más miedo que vergüenza, con valentía en algún que otro caso, han decidido, salvando las evidentes distancias, colocarse en primera línea, emulando a aquellas literatas inglesas del s.XIX con que nos ilustró el profesor Bernd Dietz en una conferencia inolvidable enmarcada en este mismo proyecto.
Que la mujer de nuestro tiempo tiene mucho que decir es una realidad ya afortunadamente visible en nuestra sociedad. Lo que estas mujeres del Alto Guadiato manifiestan es que les ha llegado también la hora de contar, que no es lo mismo.
Contar no cómo lo hacía Sherezade, aquella famosa esposa del sultán Schariar , sin descanso, durante mil y una noches, acuciada por la apremiante necesidad de evitar la muerte segura a la que su marido condenaba a todas sus mujeres, despechado por la infidelidad de una de ellas. Contar, pues, no como un trabajo, uno más, para salvar la vida, sino contar por puro gusto, para ser más persona, más completa como ser humano.
Hay que decir que algunos textos son obras de ejecución verdaderamente coral, donde la voz narrativa es eso, pura voz iletrada, música del alma a la que manos amigas han de ponerle la letra. Otros son producto de una rara fuerza creativa que impresionan por su capacidad de emocionar. Literatura pura que ya quisieran para sí muchos autores consagrados.
Me atrevo a decir que entre los relatos presentes en este libro hay piezas que rebasarían con creces el listón de la crítica literaria más exigente. Tal es el caso de La vida de Claudia que tuvimos la dicha de leer en las II Jornadas Iberoamericanas de Lectura y Escritura, celebradas en Madrid en Abril de 2008, que arrancó las lágrimas de un público formado en su mayoría por profesores universitarios de varios países hispanoamericanos. El director de las bibliotecas de la Comunidad de Valencia al que precedíamos en el estrado, acostumbrado a presentar a las plumas más laureadas del panorama literario español, nos confesó: después de la atmósfera mágica que aquí se ha producido con ese relato, qué de interés voy a decir yo a continuación…
¿Cuál es la magia que encierran algunos de estos relatos? Que son secretos del corazón, agua fresca que brota del pozo inagotable del sentimiento de unas mujeres que han decidido poner en marcha la noria y a través de los canjilones de su memoria sacar a la luz una sabiduría antigua que nunca perece porque tiene el valor esencial de lo auténtico.
Y ¿con qué mimbres se arman estos relatos? Con los que decía Oscar Wilde: “No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo” Y las mujeres del Alto Guadiato, como las de tantas otras geografías, tienen mucho que decir. Seguramente, lo que han callado durante demasiado tiempo.
Por todo ello, quiero pensar que esto no es nada más que el comienzo, el balbuceo inicial, repito, de una energía creadora que ha de convertirse en una obra polifónica que dé forma armónica a los ecos que en su corazón albergan.
Hay un proverbio de H.D. Thoreau que dice: “Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir” Estas mujeres llevan mucho tiempo de pie, en el hogar y en el tajo. Por tanto, tienen mucho que contar. Y quieren, a través de la literatura, que contemos con ellas.