lunes, 4 de mayo de 2009

Pistas para solventar los problemas de la vida cotidiana
Por Eduard Punset


De verdad que cada día se hace más difícil aguantar tanta palabrería irrelevante; casi nadie está hablando de las cosas que interesan a la gente de la calle, es decir, a la gran mayoría. Se les sueltan rollos ideológicos y divisorios sin cesar. Se cambian los ministros por razones incomprensibles. No se consigue el trabajo por motivos de edad: si es demasiado joven, se asume que el candidato será indisciplinado y, si es demasiado viejo, se lo rechaza porque sabe demasiado. “¿Por qué no te callas?”, creo que le dijo el Rey al presidente de un país amigo. Y yo añadiría: “¿Por qué no hablamos de cosas que realmente importan en la vida cotidiana de la gente?”. Quiero decir cosas menos grandilocuentes y opacas, pero fundamentales para andar por casa.

Me encuentro mucha gente que está angustiada porque pierde la memoria. En el discurso colectivo imperante ¿hay alguien que nos recuerde lo último que se ha descubierto en este campo y que podría sosegarnos? En diversos experimentos se ha demostrado que la gente pierde unos 55 minutos todos los días intentando recordar dónde ha dejado un objeto o un número de móvil. Casi una hora de tiempo de las ocho que uno invierte en trabajar es mucho tiempo. Ahora hemos descubierto que la razón de estos agujeros en la memoria tiene poco que ver, en promedio, con la edad o el grado de concentración.


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