Una obra colosal del cine español que, a pesar de sus notorias deficiencias (abarca demasiados temas y lo hace con una molesta ligereza), posee fragmentos de gran interés. Su diseño de producción es brillante y todo un ejemplo para otras películas.
No me cansaré de repetir que analizar el pasado remoto con los ojos del inmediato presente resulta un tremendo error. Alejandro Amenábar ha declarado que encuentra similitudes entre los hechos históricos que se narran en su nueva película y el mundo en el que vivimos, algo en lo que, bajo mi punto de vista, se equivoca (pongamos por caso la sociedad romana: a pesar de existir en su seno situaciones que hoy sin duda calificaríamos de repudiables, como la esclavitud, ¿no fue una de las civilizaciones más avanzadas del planeta?). El director de “Mar adentro”, un ateo convencido, pretende con “Ágora” denunciar el extremismo religioso, y lo hace acudiendo al que precisamente algunos cristianos practicaron durante siglos, justo cuando sus adeptos iban incrementándose en número. Si hoy en día ciertos sectores de determinados cultos se han convertido en unos fanáticos irremediables, ¿por qué no hacer un filme que aborde de forma directa este tema? Muy sencillo, porque existe miedo a sacar adelante un proyecto de semejantes características y es más fácil recurrir a este tipo de alegorías.
No me cansaré de repetir que analizar el pasado remoto con los ojos del inmediato presente resulta un tremendo error. Alejandro Amenábar ha declarado que encuentra similitudes entre los hechos históricos que se narran en su nueva película y el mundo en el que vivimos, algo en lo que, bajo mi punto de vista, se equivoca (pongamos por caso la sociedad romana: a pesar de existir en su seno situaciones que hoy sin duda calificaríamos de repudiables, como la esclavitud, ¿no fue una de las civilizaciones más avanzadas del planeta?). El director de “Mar adentro”, un ateo convencido, pretende con “Ágora” denunciar el extremismo religioso, y lo hace acudiendo al que precisamente algunos cristianos practicaron durante siglos, justo cuando sus adeptos iban incrementándose en número. Si hoy en día ciertos sectores de determinados cultos se han convertido en unos fanáticos irremediables, ¿por qué no hacer un filme que aborde de forma directa este tema? Muy sencillo, porque existe miedo a sacar adelante un proyecto de semejantes características y es más fácil recurrir a este tipo de alegorías.
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