viernes, 30 de octubre de 2009

Critica teatral: Cosmética del enemigo


Rafael Castejón y José Pedro Carrión bordan sus complejos papeles
'Cosmética del enemigo': magnífica obra y todavía mejor dúo de actores
Tómese una excelente versión teatral de una no menos magnífica novela y agítese con dos actorazos. Resultado final del cóctel: inmejorable función en que restallan las ovaciones de los afortunados espectadores puestos en pie. Así acontece con 'Cosmética del enemigo', de Amélie Nothomb, con unos sublimes Rafael Castejón y José Pedro Carrión, que puede disfrutarse en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.
Si el propio Fernán Gómez levantara la cabeza estaría igualmente encantado de que en la sala que lleva su nombre se representaran obras de tal nivel. Porque 'Cosmética del enemigo', con adaptación y dirección de José Luis Sáiz, no es una obra más. Es 'la Obra', con mayúsculas y no queremos confusión con lo que 'opusdeísticamente' significa esta palabra, que en todo caso sería la antítesis.El empresario Jerome Angust escucha el anuncio de que su vuelo sufre un retraso sin determinar. Un inesperado interlocutor, Textor Texel, le dará conversación a pesar de su manifiesta resistencia. A lo largo de su relato, la violación y el asesinato se irán perfilando con nitidez cada vez mayor, y Textor se transformará en una abominable encarnación de todos los fantasmas de Angust, quién verá convertida su anodina espera en una aventura ominosa y alucinante.Sobre la base de un texto que toca algo tan profunda y eternamente humano como el sentido de culpa y el castigo, diluido en situaciones teóricamente superficiales sin que falte el sentido del humor, la versión que se sube al escenario va aún más allá, mucho más allá, añadiendo unos tibios elementos de decorado -la sala de espera de un aeropuerto- y unos buenos movimientos de los actores.Y éstos, Rafael Castejón, que encarna a Textor Texel -el nombrecito tiene su guasa, sí, pero también su explicación que no queremos destripar, y José Pedro Carrión -en el de Jerome Angust -también justificado- en un espectacular mano a mano, el conocido 'two-hander', un género en sí mismo, lo bordan. Hablan, ríen, lloran, ironizan, se enfrentan dialéctica y físicamente, se dejan el cuerpo y el alma.

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