En busca del profe perfecto
Santiago Navajas
Santiago Navajas
Los alumnos que todo (buen) profesor querría tener: brillantes, espabilados, desenvueltos, ambiciosos. Los profesores que todo (buen) alumno querría tener: preparados, excelentes, heterodoxos, perturbadores. Los chicos de Historia (The History boys) tendrán la suerte de contar en su último curso en el instituto con dos de esos profesores que te marcan una vida. La obra de teatro de Alan Bennett, que se representará en el Gran Teatro el 11 y 12 de diciembre, plantea con grandes dosis de humor británico, sarcástico y oblicuo, dos enfrentamientos en la manera de educar: la formación del espíritu en manos del libertino Héctor (José María Pou), frente al utilitarismo nihilista del pragmático Irwin (Jordi Andújar). Una reedición del combate de boxeo dialéctico que lleva disputando veinticinco siglos Sócrates frente a los sofistas.
Tienen que preparar los alumnos del último curso de un instituto británico el examen de entrada en Oxford. Para entrar en Oxford, o en Cambdrige o en Harvard, no es suficiente tener muy buenas calificaciones o ser capaz de hacer estupendamente exámenes estereotipados (tipo Selectividad española). Además, hay que demostrar que uno es capaz de pensar por sí mismo, que es capaz de tener ideas originales y argumentar a favor de ellas. Uno puede tener un expediente académico de 10 y ser un perfecto idiota vulgar. Los alumnos del instituto no son nada idiotas ni vulgares, más bien todo lo contrario, pero necesitan de alguien que sea capaz de hacerles pensar contra sí mismos, contra los prejuicios y dogmas políticamente correctos que les han enseñado en la escuela y les llevarán a ser buenos y bonitos ciudadanos pero mediocres intelectuales. Para eso, es fichado el profesor Irwin, que los hará sufrir, con disciplina y pensamiento riguroso, enfrentándose al hasta ahora favorito de los alumnos y detestado por el fariseo y burocrático director de instituto (Josep Minguell), profesor Héctor, que los llevaba por el camino de la joie de vivre , ajenos a ránkings y preocupaciones en un dolce far niente pedagógico, más centrado en sus emociones que en sus conocimientos.
Dirigida por Pou e interpretada magistralmente por unos actores crecidos en la estupenda escuela catalana, un prodigio de dicción y mesura, la obra de Bennett sobrevuela el confuso debate sobre la realidad educativa de nuestro país, con la enseñanza media tocada y la universitaria, hundida. Con unos políticos instalados en la demagogia y unos pedagogos entregados a la ideología, mientras el grueso del profesorado vegeta amparado en el funcionariado y los alumnos han sustituido la misa semanal del franquismo por el botellón diario de la democracia postmoderna.
* Profesor de Filosofía
Fuente: Diarío Córdoba