jueves, 26 de noviembre de 2009

Sobre la Libertad de expresión. Por Rubén Sancho




La libertad de expresión es como el libre mercado, como la felicidad plena, como el amor incondicional, utopías sociales e individuales a los que siempre se encaminan las conciencias pero a las que rara vez llegan los cuerpos, inermes ante la injusticia.



La libertad de expresión nunca existe en plenitud porque el que proclama una opinión, un punto de vista, una teoría, siempre está supeditado al medio que utiliza para la publicidad del mismo, así como por las convicciones y restricciones sociales que él mismo, o la gente que le rodea, le imponen.



La libertad de expresión es un horizonte al que hay que dirigirse, pero al que nunca se llega, y lo que determina la libertad de una opinión es el grado de cercanía a ese horizonte, a esa libertad de expresión plena.


Yo, ahora mismo, escribo estas líneas con la libertad de expresión como bandera, pero consciente de que los acontecimientos de los que fui conocedor en el día de ayer subyacen en cada palabra que aparece en la pantalla de mi ordenador, sabedor de que todo mi bagaje personal y profesional supedita mi conciencia, y estresado por la reunión instranscendente, como casi todas, que tengo en media hora.


La aproximación a la libertad de expresión no debería de tener otro límite que el insulto personal, cualquier otra restricción sería cercenarla, y expresada en toda su plenitud abriría el mismo espacio para cualquier argumento contrario u opinión diferente.



Cualquier argumento es lícito siempre y cuando se permita emitir un argumento contrario a la parte afectada u ofendida en el mismo espacio y con la misma extensión. Si se evitan temas candentes, polémicos o problemáticos en pos de los intereses económicos sólo se consigue aproximarse a la censura, en lugar de a la libertad de expresión.



Los que proclamamos la libertad de expresión como derecho inalienable de las personas debemos actuar en consonancia y mantenernos firmes ante las imposiciones, ofreciendo siempre, eso sí, la publicación de la argumentación contraria a nuestras opiniones con todas las garantías de visibilidad.
Autor: Rubén Sancho (Mis compañeros no tienen culpa de lo que digo)

Publicado por Revista Letras